domingo, 29 de mayo de 2016

El vaso se llenó de "Pleno" con las formas de unos y otros

No se debe llegar a la situación vivida en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Cádiz el pasado viernes 27 de mayo, donde se tuvo que suspender dicho Pleno por la invasión de varios vecinos durante su celebración.

Partiendo de la premisa de que hay que dar la voz a los vecinos para que den a conocer a todos los representantes municipales, sus quejas sobre aquellos asuntos que les afectan como colectivo, o como particulares pero de ámbito general, no es menos cierto que hay que llevar un orden. 

No es de recibo la invasión, por parte de un grupo de personas, del Salón de Plenos de un Ayuntamiento porque ahí está representado el conjunto de la soberanía gaditana y nadie tiene derecho a coartar el que se siga adelante en el trascurso de éste, porque su celebración es democracia. 

Puede ser todo lo legítima que se quiera la queja de estos u otros vecinos, pero las formas y la falta de educación, los gritos, la interrupción, hace que se deslegitime por completo por las formas, y quede vacío lo importante, que es el contenido.

Hay una normativa que hay que hacer cumplir, tanto por unos, los ciudadanos, como por otros, nuestros representantes políticos. El alcalde presidente es el que tiene la potestad de dirigir el Pleno y poner la pautas, debe mantener el equilibrio entre la exposición del concejal y la escucha atenta del vecino que asiste como público. Todo ello bajo la premisa de la libertad en la pluralidad de opiniones.

Como toda sesión, tiene un orden del día y el vecino, como alguien ajeno a este órgano colegiado, no podrá intervenir hasta que llegue su momento, que es el turno de intervención ciudadana. Guste o no lo que se esté escuchando o se esté o no de acuerdo hay que respetar y tener educación. Cada cosa tiene su tiempo. Es aquí cuando interviene el presidente del Pleno que no es otro que el alcalde, para poner los límites.

Ahora bien, el alcalde no es sólo el único responsable en poner orden y hacerlo cumplir, el ciudadano debe ser respetuoso con las intervenciones, como oyente que es, también lo debe ser el concejal que no debe mantener un rifirrafe con un ciudadano que asista como público que haya podido mostrar su queja de cualquier forma (aplauso, abucheo, comentario en voz alta). El concejal debe dar ejemplo, porque este concejal representa a todos los vecinos, y no ponerse a discutir con un asistente al pleno como si estuviera en un bar o en una tertulia de amigos. Esto es un pleno municipal y las contestaciones se tienen que hacer al resto de los integrantes de la corporación municipal.

Una cosa es libertad de expresión y otra educación. Se entiende los problemas, muchos muy graves, que puede tener la gente que les hace tener reacciones extremas, pero las cosas tienen que hacerse de forma correcta. Es fácil decirlo sin vivirlo en primera persona, es cierto, pero la democracia tiene sus cauces. Si queremos cambiar las cosas la única forma que tenemos es con nuestro voto, y, por su puesto, cumpliendo escrupulosamente la ley vigente, por muy en contra que podamos estar.

El ciudadano que asiste se debe comportar, pero el concejal, nuestro representante político no debe ser la mecha ni incendiar a la gente de esa forma como se ha hecho, no sólo en este pleno, sino en otros muchos. Ahora, muchos se acuerdan de la normativa del pleno, de los turnos de palabra, cuando se han llevado años haciendo lo que han querido interpretar por el mero hecho de tener una mayoría absoluta.

"Los concejales no deben faltarse el respeto", tal como dijo el alcalde, porque son los primeros que deben dar ejemplo y no crispar más la situación de una población que lo está pasando realmente mal en su día a día, en su trabajo o falta de él, por no tener una vivienda, o ni siquiera digna, la precariedad laboral, la pobreza, no llegar a final de mes, la falta de plazas de guardería, la despoblación.

Lo que es curioso, es que esta mayor crispación se da cuando se tratan los asuntos más ideologizados como la memoria histórica, los símbolos nacionales, las distintas formas de estado o cualquier tipo de terrorismo. Son temas que hay que tratar porque hay que posicionarse y no obviarlos dado que en democracia el debate plural es la base, pero lo realmente importante es que se pongan los medios para que, dentro de sus competencias, la gente vivan con dignidad (empleo, vivienda, educación...), y mientras tanto, poner al servicio de los ciudadanos la máxima colaboración institucional para poder seguir adelante y que no haya ningún ciudadano que carezca de lo más esencial para su vida.

(Imagen: cadizdirecto.com)






martes, 24 de mayo de 2016

La valla de Valcárcel, un auténtico peligro

Así está la valla situada en la tapia del colegio Valcárcel justamente en la zona que va desde la calle de la Palma a Duque de Nájera. 

Un tramo de unos cinco metros que se encuentra cada vez más caído y que corre el riesgo que que caiga al suelo, justamente en la acera donde pasan numerosos vecinos del barrio y turistas en una zona, como el de la Caleta, de las más visitadas en la ciudad, máxime en verano donde La Viña se convierte en epicentro turístico culinario gaditano.

A día de hoy se ha colocado unas vallas que pretenden avisar al viandante de este problema, pero que realmente no hace efecto a la vista de lo poco disuasorio que es al no señalizarlo correctamente. No sabemos quién las ha colocado pero nos parece insuficiente.

Un edificio, el del antiguo Hospicio, que lleva años cerrado a la espera de que se ponga la primera piedra de "algo", sea un hotel cinco estrellas o una facultad de una Universidad de Cádiz.

Hoy en día lo que era el patio donde los niños hacían la gimnasia o jugaban en el recreo es ocupado por un aparcamiento en superficie desde que prácticamente se cerró el equipamiento escolar.

Mientras tanto, el barrio de La Viña vive pendiente de un proyecto que tiene cerrado Valcárcel, con la esperanza que se cumpla lo que parece ha sido el relanzamiento de un proyecto para sacarlo adelante, por parte de la Diputación de Cádiz y el Ayuntamiento de la ciudad, tras años de disputas políticas y crisis económicas.

Hasta que eso se produzca es importante que se mantengan las medidas de seguridad tanto del edificio en sí, el antiguo Hospicio declarado BIC, así como todo el perímetro del extinto recinto escolar, como el muro que lo circunda. 

En la parte delantera del Hospicio el perímetro lo ocupa un muro de media altura y una reja que permite ver el edificio en su totalidad, mientras que en la parte que va desde la calle de La Palma hasta la intersección con Duque de Nájera, lo ocupa un muro alto, así como una valla metálica que coincide con las zonas deportivas del colegio.





sábado, 7 de mayo de 2016

Nueva plaza de la Reina infantil pero peligrosa en su diseño


En febrero de 2011 comenzó el derribo del instituto La Viña, en la plaza de la Reina, justamente en frente de otro instituto viñero, el de la Salle. 

Han tenido que pasar más de cinco años y varios cambios de uso y proyectos para encontrar uno decente para este espacio ubicado en pleno centro del barrio de La Viña.

De la original intención de construir en este emplazamiento el que iba a ser Museo del Carnaval, del cual se hizo un concurso de ideas con su correspondiente ganador, se fue yendo a otro más diluido por la falta de entendimiento entre las distintas instituciones. 

Hasta que se quedó en otro Museo del "ná", como aquel del Mar que tampoco se materializó.

Una vez descartado el Museo del Carnaval, se planteó qué hacer en el lugar. De hecho, muchos ciudadanos y colectivos, entre ellos Por un Cádiz Mejor, abogamos en su momento en buscarle un mejor emplazamiento al Museo del Carnaval, y que este espacio se dejara para el disfrute de unos vecinos, los viñeros, tan carentes de espacios de esparcimiento.


Entre dimes y diretes, un aparcamiento "clandestino" que alivió muchísimo este gravísimo problema en esta zona de la ciudad. Desde que se "clausuró" dicho aparcamiento hasta la actualidad la plaza de la Reina se convirtió en un solar de acceso público en un estado deplorable. 

Desde el año pasado, con el nuevo ayuntamiento, se comenzó a renovar la zona con la instalación de un parque infantil que recrea el Teatro Falla. Y hasta hace pocos días, no se ha terminado el entorno con el mobiliario urbano, tales como bancos, o farolas, y el pavimento a modo de albero de feria.

De igual manera se han plantado árboles que, en un futuro, dará una agradecida sombra. 

A pesar de las mejoras, evidentes, y del adecentamiento de la plaza, a nuestro entender hay cosas que mejorar, como el estado del pavimiento, y, sobre todo, la diferencia de altura entre la plazoleta y las calles de alrededor, ésto es Jovellar, Corralón de los Carros y Martínez Campos. 

Como se puede apreciar en las fotos, hay una enorme diferencia de altura sin protección alguna, que en alguna zona puntual como es en la esquina con Cristo de la Misericordia se salva con un escalón intermedio a modo de escalera. En el resto, es la misma pendiente la que va amortiguando la altura a distinto nivel.

Creemos que sería conveniente señalizar esas diferencia de altura con una barandilla para evitar accidentes, máxime cuando allí son decenas de personas, sobre todo niños, las que van a disfrutar de las instalaciones infantiles y del espacio público creado. 

La solución es sencilla, la cuestión está en que no tengamos que esperar a que haya algún accidentado para que se le ponga remedio.