El turismo tiene como aliciente en la ciudad este patrimonio, muchos de ellos visitables y que forman parte de nuestro paisaje. La catedral, las murallas, los castillos, las iglesias, el pavimento, arbolado, y un largo etcétera.
Este patrimonio debe ser cuidado y respetado por todos, primero porque tenemos la obligación de conservarlo para que las generaciones venideras puedan disfrutar de él como nosotros lo hacemos en el presente. Y cuando hablamos de cuidados no sólo nos referimos a la restauración, también al mantenimiento básico que impida un deterioro mayor ulterior.
Como ejemplo vamos a poner dos casos, uno del casco histórico que es donde se encuentra prácticamente la totalidad de este patrimonio, y otro de las Puertas de Tierra.
En el casco histórico nos centraremos en las murallas, pero no las del XVIII, sino en las medievales, en las del barrio del Pópulo. Estas murallas defendían la Cádiz de la Edad Media, y hoy son un reclamo cultural de primer orden, primero por los tres arcos que hay para acceder al barrio: el del Pópulo (en la calle Pelota), en de la Rosa (por la plaza de la catedral) y el de los Blancos (en la calle San Juan de Dios y acceso al vecino barrio de Santa María.
Es este último, el de los Blancos, el que tiene un estado de mantenimiento más deficiente, con numerosos matojos en el lienzo de muralla, así como suciedad en algunas de sus zonas.
Y estamos hablando de la zona cero del patrimonio de la ciudad, el barrio del Pópulo, donde más mimo se debería tener con el patrimonio y con su mantenimiento.
Primero por su cuidado y segundo por ser un elemento fundamental para el turismo de la ciudad "trimilenaria". Son aspectos que no pueden pasar por alto para las administraciones que deben velar por su mantenimiento y conservación, aunque bien es cierto, que aquí también el civismo de la ciudadanía influye en que la imagen que se presente de estas murallas y su entorno era la más respetuosa con el bien patrimonial.
Primero por su cuidado y segundo por ser un elemento fundamental para el turismo de la ciudad "trimilenaria". Son aspectos que no pueden pasar por alto para las administraciones que deben velar por su mantenimiento y conservación, aunque bien es cierto, que aquí también el civismo de la ciudadanía influye en que la imagen que se presente de estas murallas y su entorno era la más respetuosa con el bien patrimonial.
En este caso, unos restos que se trasladaron a esta zona cercana a su emplazamiento original, y que actualmente es la sede de una asociación de discapacitados.
Al igual que en las murallas medievales del Pópulo, estas de Segunda Aguada, tienen matojos que nos da a entender el escaso mantenimiento que tienen.
El patrimonio es un bien que nos pertenece a todos, y todos tenemos que velar por su conservación y mantenimiento. Más grave aún es que estamos hablando de monumentos catalogados como Bien de Interés Cultural (BIC) como es el caso del arco medieval de los Blancos en El Pópulo. Si de este patrimonio que goza de máxima protección se dan casos de este tipo, ¿qué nos espera a otro patrimonio sin tanto grado de protección?
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